domingo, 14 de abril de 2013

DOCTRINAS DE LAS DENOMINACIONES 5TA PARTE " NEO-PENTECOSTALISMO"


El neopentecostalismo
 es un movimiento emanado del seno de iglesias evangélicas, luteranas, presbiterianas, episcopales, bautistas, metodistas y la Iglesia católica, caracterizado por introducir la experiencia del bautismo en el Espíritu y la espiritualidad pentecostal a sus respectivas iglesias, sin abandonarlas ni abrazar al pentecostalismo clásico. Las iglesias neopentecostales surgieron a finales de la década de los años 50's del Siglo XX. El neopentecostalismo es también conocido como movimiento carismático. Surgió unos sesenta años después del comienzo del movimiento pentecostal (1901, San José, California), también en los Estados Unidos.
Fue el ministro luterano Harald Bredesen, quien en 1962, comenzó a emplear el término carismático para describir lo que estaba pasando en las iglesias protestantes históricas, las más tradicionales. Confrontado con el término neopentecostal, habló de una "renovación carismática en las iglesias históricas"2
En América Latina, los cristianos de experiencia pentecostal más abundantes son los de trasfondo católico, por ser esta la comunidad cristiana más presente en esa parte del continente. Por eso con frecuencia esta nomenclatura ha sido reservada casi exclusivamente para las incursiones de este movimiento al seno de la Iglesia católica, donde ha sido llamado Renovación Carismática Católica. Aunque sería más correcto hablar de Renovación Carismática en la Iglesia Católica, Anglicana, Luterana, etc. Tal es el nombre, por ejemplo, de la renovación carismática de los católicos alemanes: Charismatische

miércoles, 3 de abril de 2013

DOCTRINA DE LAS DENOMINACIONES 4TA PARTE "Presbiterianos"


Presbiterianos

I. Definición y génesis histórica

Los presbiterianos constituyen una fuerte e influyente denominación cristiana evangélica. Si bien es cierto que son un grupo de énfasis doctrinal y teológico, sin embargo, el nombre presbiteriano se refiere a una forma representativa de gobierno eclesiástico. Los presbiterianos son protestantes que pertenecen a una forma particular de gobierno eclesiástico. El nombre procede de la palabra griega presbyteros, que significa "ancianos".
Los iniciadores de este importante movimiento eclesiástico-teológico fueron Juan Calvino, en Ginebra, y Juan Knox, en Escocia, en los primeros años del siglo XVI, esto es, a raíz de la Reforma Protestante. La figura de Juan Calvino es sobresaliente, ya que él fue uno de los grandes líderes que consolidaron la reforma en Europa, principalmente en Francia, de donde él era, y en Suiza. En Ginebra creó una república protestante. Fue un hombre de profunda percepción teológica, prolífico escritor y comentarista bíblico; su obra cumbre es la que lleva por título: Institución de la Religión Cristiana. Calvino fue, a todas luces, un líder enérgico y un gobernante estricto.
Los presbiterianos están gobernados por dos cuerpos o grupos de ancianos: los que enseñan, que son ministros ordenados o pastores y los ancianos gobernantes, que son elegidos de entre las filas de la iglesia. En las congregaciones o iglesias locales,
T
estos ancianos, con un ministro a la cabeza como moderador, forman la sesión, la cual ejerce autoridad suprema en todos los asuntos de índole espiritual en la iglesia local.
También, internamente, hay dos juntas adicionales: los diáconos, que asumen la responsabilidad de las obras benéficas y algunos otros deberes, y los fideicomisarios, que son los encargados de las propiedades de la iglesia, su mantenimiento y de las finanzas.
La base del credo presbiteriano está en la Confesión de Fe de Westminster. Este documento, que es un sistema de doctrina de reforma y de gobierno, fue redactado por 151 laicos, clérigos y eruditos de la iglesia, nombrados por el Parlamento de Inglaterra en 1643. La mayoría de los presbiterianos también aceptan los famosos credos de la iglesia cristiana, como el Credo de los Apóstoles y el Credo Niceno, de los primeros siglos de nuestra era cristiana.

II. Cuerpo de doctrinas características

La teología o doctrina calvinista es la base doctrinal de los presbiterianos. Juan Calvino sostuvo la opinión de que la reforma no consistió en fundar ninguna cosa nueva, sino que fue un proceso de purificación de la iglesia y de restauración de la doctrina recta y bíblica, desembarazándola de los errores escolásticos y las herejías papales. Su obra literaria monumental, Instituciones de la Religión Cristiana, la cual tuvo su reedición final por él mismo en 1559, consiste de una exposición completa de las creencias de los protestantes franceses. La escribió siendo aún joven y está reconocida como una magnífica declaración normativa de teología reformada. En ella, Calvino da instrucciones sobre los Diez Mandamientos, el Credo de los Apóstoles, la Oración del Señor y los Sacramentos que, según él, eran únicamente el bautismo y la cena del Señor.
La doctrina central alrededor de la cual gira toda la teología calvinista, es la doctrina de la gracia de Dios, que él llama misterio, y que es mediante la cual Dios redime al hombre pecador, quien es completamente inmerecedor de la salvación. El pecador, que es el recipiente de la fe por la gracia misma de Dios,
ha sido elegido o predestinado por Dios para ser salvo; de consiguiente, la persona salva no ha hecho ninguna buena obra que pudiera darle los méritos para poseer la vida eterna. Nuestra salvación, entonces, tiene por base, no el capricho de los hombres, sino el eterno propósito de Dios.
Para los presbiterianos, el Antiguo y el Nuevo Testamentos son la Palabra de Dios, "la única regla infalible de fe y práctica", y la fuente de aquellas verdades por las que los hombres viven. La Biblia fue escrita por hombres "inspirados", es decir, que Dios habló por medio de ellos. La tradición no es igual a la Biblia; es inferior a ésta.
Creen, asimismo, en el cielo y el infierno, que son realidades espirituales reveladas en términos materiales. Son lugares y también estados de la mente y el carácter. Los hombres impíos llevan el infierno en su corazón.
Reconocen sólo dos sacramentos: la santa comunión y el bautismo. Jesús instituyó estas dos ordenanzas. No creen que Cristo está físicamente en el sacramento de la santa comunión; su presencia es espiritual. Es la conmemoración del sacrificio de Cristo, ofrecido una sola vez a favor de todos los hombres.
El bautismo no es necesario para la salvación; es un símbolo externo de la regeneración interna. Ordinariamente, practican el bautismo por rociamiento de agua, como un signo o sello santo del pacto de la gracia. Bautizan a niños o infantes, recibiéndolos de esa manera como miembros de la iglesia y que están en unión con Cristo, pero no creen que los niños que mueren sin ser bautizados se condenan.
El sistema de gobierno eclesiástico entre los presbiterianos es lo que pudiéramos llamar una democracia representativa, o sea, que ni es un tipo de gobierno eminentemente jerárquico como el de la Iglesia Católica, ni tampoco un gobierno totalmente congregacional como el de las iglesias bautistas. Hay, por así decirlo, cuatro cortes de la Iglesia Presbiteriana: la Sesión, el Presbiterio, el Sínodo y la Asamblea General. Cada una tiene sus propias funciones. El Presbiterio, que está formado de ministros y ancianos, ejerce supervisión sobre las congregaciones de una área determinada; el Sínodo lo componen ministros y ancianos-representantes de las congregaciones de un número específico de
presbiterios y la Asamblea General es la corte de apelación final. Ella representa a toda la iglesia. Creen que ninguna iglesia cristiana puede reclamar posesión exclusiva de un sistema de gobierno eclesiástico que hubiese sido autorizado por Cristo.
Los presbiterianos creen en la Santísima Trinidad, no tres individuos o tres dioses, sino en que Dios se revela a sí mismo en tres manifestaciones. Jesucristo es el Hijo de Dios y nació milagrosamente de una virgen.
** La salvación no se gana por buenas obras, sino que es un regalo de Dios. Las buenas obras son los frutos de la salvación. El perdón, la gracia y la salvación los obtiene el hombre mediante una relación personal y directa con Dios. Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres.
Ellos creen en la resurrección corporal de Jesucristo de entre los muertos y en la resurrección futura de los creyentes en Cristo. "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual" (1 Co. 15:44).
Emplean cierto simbolismo en la adoración. El símbolo religioso de la cruz se refiere a la resurrección, y es una cruz vacía. No emplean nunca el crucifijo.
La doctrina de la predestinación es central en el sistema teológico presbiteriano. Es solamente Dios quien determina la salvación del hombre. Una declaración adoptada por la Iglesia Presbiteriana en 1903, dice así: "Los hombres son plenamente responsables de su trato de la oferta de gracia de Dios (la salvación), y a ningún hombre se le estorba para aceptarla, y ningún hombre es condenado excepto sobre la base de su pecado."


DOCTRINA DE LAS DENOMINACIONES 3ERA PARTE. "DOCTRINAS BASICAS METODISTAS"


QUÉ CREEMOS LOS CRISTIANOS METODISTAS

Hay una gran doctrina cristiana enseñada por JESUCRISTO que, fuera de toda duda, profesamos, y en la que creemos firmemente. Nuestra creencia religiosa se basa en la Palabra de Dios, que ha sido revelada, y que la conciencia iluminada del ser humano percibe y testifica. Esa creencia brota de la vida y carácter del Dios en quien creemos. La prueba final de validez se encuentra en el crisol de la vida donde hombres y mujeres luchan, y tropiezan, y pecan, sólo para levantarse de nuevo y rendirse en los brazos de un Dios perdonador y siempre amoroso.
Los principales conglomerados de creyentes protestantes y evangélicos, comparten las verdades que nosotros sostenemos. Es un honor para los metodistas el hallarnos en la corriente central del pensamiento cristiano, en todas partes del mundo. Esto no hace más que reforzar la validez de nuestra fe y poner en relieve cuán extensamente es aceptable nuestra confesión. Es propio, pues, que tratemos de expresar, en forma sucinta pero clara, los aspectos principales que constituyen lo que creemos los cristianos metodistas.
1. Creemos en Dios.
Dios es el Poder creador (Gén. 1:1) y sostenedor que obra en toda vida existente (Salmos 121), y por medio de ella.
Dios es una persona. Su personalidad trasciende nuestras limitadas personalidades humanas, pero estamos hechos a Su semejanza espiritual (Gén. 1:27). Dios conoce a cada uno de nosotros (Salmos 44:21; 139:1-12) y podemos tener con él una comunión personal y consciente.
Dios es amor. Dios ama a todas y cada una de sus criaturas y anhela la salvación y perfección de ellas. Dios no sólo nos da su Amor espontáneamente, sino que desea obtener nuestro amor como respuesta (1 Jn. 4:7-12.16).
No hay conflicto entre la justicia y la misericordia de Dios; ambas brotan de Su infinito amor por Sus hijos e hijas.
2. Creemos en Jesucristo.
Jesús es el Hijo de Dios, la divina y eterna Palabra hecha carne y morando entre los hombres (Jn. 1:14).
En Su vida sin pecado, Jesucristo reveló la naturaleza de Su Padre y Padre nuestro. Su infinita sabiduría es nuestra guía.
Su sacrificio en la cruz es nuestra redención, Su resurrección de entre los muertos es nuestra promesa de vida eterna.
Jesucristo vive hoy, invisible aunque siempre presente, y en aceptarlo como Salvador y Señor radica la esperanza de la humanidad para el presente y para el futuro.
3. Creemos en el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es la tercera manera en que Dios revela al ser humano Su actuar, Sus beneficios y Sus frutos en la vida de la Iglesia (Jn. 16:7; Luc. 11:13; Hech. 2: 1-4; Gál. 5:22-23).
Dios se manifiesta en el escenario de nuestra vida cotidiana, como el Señor y Dador de la vida: interpretando a nuestros corazones la voluntad divina, confortándonos en nuestros amargos momentos, despertando en nosotros el interés por lo eterno, estimulando nuestras almas al arrepentimiento por los pecados, testificando con nuestra vida que somos hijos de Dios.
La naturaleza del Espíritu Santo se halla a menudo más allá de los límites de nuestro conocimiento y comprensión, pero el hecho glorioso de Su presencia en nuestra mente y corazón, es la certidumbre central de nuestra experiencia cristiana.
4. Creemos en la Biblia.
Las Escrituras son el registro de la revelación progresiva que Dios hace de sí mismo por medio de personas inspiradas, y el relato de Su justo propósito en la historia, de conducir a la humanidad a la perfección final en Cristo.
La Biblia contiene todo lo que Dios requiere para la salvación, y es la regla suficiente tanto de la fe como de la conducta (2 Tim. 3:15-17).
La Biblia ha resistido todos los esfuerzos para destruirla; ha sobrevivido al estudio científico de sus páginas, y por su perdurable verdad ha confundido a sus críticos y se mantiene hoy más digna de crédito histórico, y más indispensable espiritualmente que nunca antes.
Es la Palabra eterna de Dios a todas las generaciones.
5. Creemos en el ser humano.
Mantenemos, como algo central, la dignidad y lo sagrado de toda personalidad humana. El hombre y la mujer están hechos a la imagen espiritual de Dios, y participan de Su carácter y comunión. El ser humano es mayor que el mundo por medio del cual Dios produce y sostiene Su vida.
Las Escrituras nos recuerdan que el ser humano es un pecador y que ha caído de la gloria de Dios. Sin embargo, por medio de la gracia, el ser humano puede levantarse por encima de su pecado y de las circunstancias que lo rodean. Su gloria estriba en su humanidad y no en su raza o su color.
Dotado de plena libertad de elección, puede descender al más bajo infierno, o elevarse a los más altos cielos. En él como persona, todo lo creado y los propósitos de Dios encuentran significación y valor.
6. Creemos en la salvación del pecado.
Esta experiencia viene por medio de la fe en Jesucristo como Salvador y Señor. Es un acto que implica arrepentimiento por los pecados pasados, y la aceptación de la misericordia y el perdón de Cristo.
La Salvación viene no por nuestros propios esfuerzos o por que alcancemos algún mérito. Es la dádiva libre de la gracia de Dios, que "muestra su amor por nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom. 5:8).
Así pues, Dios quita nuestros pecados, restaura Su imagen en nuestro corazón, y nos concede un nuevo nacimiento, otra oportunidad, mediante al amor inmerecido de Su Hijo y Salvador nuestro, Jesucristo.
7. Creemos en la experiencia cristiana.
Es el privilegio de toda alma redimida saber que sus pecados han sido perdonados, y tener la seguridad, mediante el testimonio que el Espíritu Santo añade al de su espíritu, de que es Hijo de Dios (Rom. 8,16).
La razón, como la Ley, puede ser un medio que nos conducen a Cristo. Sin embargo, nuestra más profunda seguridad no es el resultado de la razón, sino del arrepentimiento y de la fe. Muchas veces nuestra fe, sin avergonzarse de ello, se halla impregnada de una intensa emoción. Pero nuestra seguridad no es el producto de la emoción, sino de la certeza radiante de un Cristo que mora en nosotros, cuya misericordia nos ha limpiado, cuyo amor nos ha salvado, y cuya presencia en nuestro corazón nos ha dado poder y victoria.
La fe es una experiencia de vida y no una mera experiencia emocional. Toda conversión, para ser auténtica, tiene que demostrarse en "santidad de vida", tal como lo dice la Escritura (Rom. 6:22; 1 Tes. 3:13; 4:3.7; Heb. 12:14).
La experiencia del hombre integral, discerniendo el valor de las Escrituras, la tradición y la razón, mediante la acción vital del Espíritu Santo, viene a ser la autoridad final en cuanto a certidumbre religiosa.
8. Creemos en la perfección cristiana.
La gracia de Dios se manifiesta no solamente en el perdón de nuestros pecados. Es también redentora. El poder que opera en nosotros para hacernos perfectos en amor.
Nada que sea menos que la perfección, la semejanza a Cristo en pensamiento, palabra y hecho, puede dar la medida del amoroso propósito de Dios en cuanto a nosotros. Es fe nuestra, el que el cambio fundamental que se opera en el individuo por la regeneración, es un proceso dinámico, que por el crecimiento en la gracia, hace marchar hacia "el ser maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef. 4:13).
Podemos apagar el Espíritu y caer de la Gracia, pero nuestro destino divino es el amor perfecto y la santidad en la presente vida.
9. Creemos en la Iglesia.
Esencialmente, la Iglesia no es una institución humana, sino una comunidad de los creyentes cuyo Señor es Jesucristo y en quienes El obra por su Santo Espíritu. Es la dádiva de Dios para la salvación del mundo, mediante la proclamación del Evangelio de las Buenas Nuevas a todo ser humano. Afirma las demandas de Cristo como Palabra de Dios encarnada y su título a la soberanía sobre toda vida humana.
La Iglesia es universal en naturaleza, es mayor que cualquier grupo que pretenda representarla exclusivamente, y está sobre toda nación y cultura, en medio de la cual establezca su residencia. Perteneciendo a todas las edades, desafía el paso de los siglos, y abarca dentro del cuerpo visible e invisible de sus miembros, tanto a los vivos como a los muertos.
Aunque compuesta de elementos así humanos como divinos, su naturaleza no mengua por las fragilidades de los pecadores perdonados que son sus miembros. La Iglesia es el cuerpo de Cristo (1Cor. 12:27), el instrumento de Su activo poder, y el vínculo de comunión entre todos los que lo aceptan como su Señor.
10. Creemos en el reino de Dios.
El reino de Dios significa la soberanía plena de Dios en todo el quehacer de la sociedad humana. La escala divina de valores para todo individuo, grupo y nación. Así como la perfección cristiana es la meta en la vida individual, en la sociedad humana la meta es el reino de Dios.
Su creación es una tarea de cooperación y solidaridad en que participa tanto Dios como el hombre. La norma de una sociedad redimida es el pensamiento de Dios.
Se alcanza mediante la energía espiritual que imparte Su espíritu en los corazones humanos, pero su consumación final viene poco a poco mediante los esfuerzos unidos de Dios y el ser humano, que trabajan unidos en la lucha por crear un orden nuevo y divino y hacer que Su voluntad sea hecha en la tierra así como en el cielo. El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder y acciones concretas de amor en favor de los más pobres y marginados de nuestra sociedad (1 Cor. 4:20; Mat. 25:31-46).
11. Creemos en el juicio divino.
Dios no es solamente el Creador, sino también Juez de toda la tierra. Todos, hombres y mujeres, y aún las naciones están delante de Su tribunal (Mat. 25: 31-46).
La ley moral y la ética cristiana juzgan tanto al pecador como al santo. Más allá de todas las leyes, costumbres y opiniones humanas, está una ley divina que se mantiene absoluta e inmutable.
El ser humano puede quebrantarse así mismo y sus civilizaciones, cayendo contra esa Ley, pero la Ley misma permanece para siempre. Los juicios del Todo poderoso son verdaderos y perdurables.
12. Creemos en la Vida Eterna.
El hombre y la mujer, cuya existencia terrenal es tan breve e incierta, llevan, no obstante, la eternidad en su corazón, puesta ahí por el Creador. Las palabras de Jesús, y su Resurrección de entre los muertos, nos traen la seguridad de que para el cristiano la muerte será convertida en victoria (1 Cor. 15:54-55).
Dios es eterno, Jesús es el conquistador del sepulcro, y nosotros estando unidos con Él, compartimos su vida perdurable (Jn. 11:25).
La muerte es una puerta que conduce de un mundo natural a un mundo espiritual. Es una transición para entrar en el más profundo compañerismo de su más próxima presencia.

DOCTRINA DE LAS DENOMINACIONES 2DA PARTE: DOCTRINA PRINCIPALES BAUTISTAS



DOCTRINAS BÍBLICAS BAUTISTAS


Para los Bautistas, la Biblia es nuestra sola y suficiente regla de fe y práctica. Pero sobre
el Nuevo Testamento.
La historia está repleta de instancias en las que en el momento en que un grupo,
empezó a poner tanta o más importancia en otras fuentes, además de la Biblia, ese
grupo irremisible se desvió de la verdad o de la verdadera línea del cristianismo.
Este es el principal punto de diferencia entre el catolicismo romano y el cristianismo. El
catolicismo sostiene muchas doctrinas y prácticas que no están apoyadas en la Biblia,
pero sí en la tradición, las diferencias son muchas.
Tradición = “todo documento oficial: bulas papales, encíclicas, documentos emanados
de los así llamados “Concilios Ecuménicos y toda declaración papal dicha “escátedra”
emanada de la Iglesia Católica a través de su existencia.
Este fue también el punto de separación entre los anabautistas suizos y Zwinglio.
Zwinglio prefirió dejar en manos del Concilio de la ciudad la decisión si se iba a eliminar
la práctica de la misa, el bautismo infantil, etc., a lo que los anabautistas respondieron
que no podían dejar en manos de los hombres lo que Dios ya había decidido en su
Palabra desde hacía muchos años.
Una vez que junto a la Biblia se ponen otras fuentes de autoridad queda la puerta abierta
para que entren en la iglesia toda clase de doctrinas y prácticas completamente ajenas a
la Biblia.
Nuestra fe no está fundamentada en creencias o normas humanas, mucho menos en
obras escritas por hombres. Estamos seguros que:
- Es la Autoridad Suprema (Mt. 23:10; Jn. 5:20-30; 13:13).
- Es la Autoridad Escrita, la cual fue inspirada por Dios para guiarnos y poder
conocer su voluntad; es decir, saber lo que El espera de nosotros como también
darnos las doctrinas que debemos atesorar para fortalecer nuestra fe.
Argumentos para estas afirmaciones:
a) Fue escrita por inspiración divina. Si bien es cierto que el Señor utilizó
instrumentos humanos para revelar su Palabra también es cierto que fue El quien
les inspiró a través del Espíritu Santo. 2ª Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar, para redarguiar, para corregir, para instruir
en justicia.”
Aunque aquí Pablo está advirtiendo a los corintios a qué pensar más de lo que
está escrito sobre él o Apolos podía conducir al envanecimiento, es válido
aplicarlo también en toda otra doctrina; pensar más de lo que está escrito ya
irremisiblemente a conducir a abusos y excesos de la Palabra de Dios.3
b) El mensaje de la Biblia es perfecto. La Palabra de Dios es el agente que genera la
fe y podemos ver su poder sobre los inconversos “La fe viene por el oír y el oír por
la Palabra de Dios.” Ro. 10:17.
También Pablo declara que las Escrituras “te pueden hacer sabio para la salvación” 2ª
Timoteo 3:15.
Pedro dice que es a través de “grandes y preciosísimas promesas” que los hombres
pueden ser participantes de la naturaleza divina. 2ª Pedro 1:4.
El salmista declara “La Ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma” Sal. 19:7.
c) La prueba más convincente de la validez de la Biblia es su poder espiritual.
- Cristo en su oración sacerdotal pidió al Padre que aquellos que le había dado
fuesen santificados por medio de la verdad. Jn. 17:17-19.
- La Palabra de Dios es un alimento que imparte fortaleza. 1ª Pedro 2:2
- La Palabra de Dios es un agente purificador Ef. 5:26; comp. Sal. 37:31; 119:11.
- La promesa divina hecha a través de Isaías Is. 55:10-11 y con el mismo propósito
Jeremías escribió “¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo
que quebranta la piedra?” Jer. 23:29.
Como se puede ver, la Biblia tiene autoridad funcional y cada cristiano tiene el deber de
conocer su mensaje, estudiarlo permanentemente y saber la interpretación. También hay
que obedecer ese mensaje.
Los Bautistas creemos que la Biblia es la única y suficiente regla de fe para el hombre
Mr. 7:7.
Toda secta, tiene, además de la Biblia, otras fuentes de autoridad. Y eso es por
necesidad. Las sectas sostienen un sinnúmero de doctrinas y prácticas extrañas al
cristianismo predicado por Cristo y los apóstoles que para apoyarlas, necesitan salirse
de la fuente que Cristo estableció para su iglesia.
2. DIOS
Los Bautistas tienen como aseveración categórica que hay UN SOLO DIOS:
- a) Is. 45:22: “Yo soy Dios, y no hay más”
- b) Dn. 2:47: Nabucodonosor le reconoce como “Dios de los dioses”
- c) Ro. 3:29-30 Dios es un solo Dios para todos
Dios es Hacedor y Arbitro Supremo del cielo y la tierra
- a) Gn. 1:1 “En el principio creó…”
- b) Ef. 3:9 “Dios creó todas las cosas”
- c) Sal 83:18 “Altísimo sobre toda la tierra”
- d) Jer. 10:10 “Rey eterno”4
Dios es un Espíritu infinito e inteligente
- a) Jn. 4:24 “Dios es Espíritu”
- b) Sal 147:5 “Su entendimiento es infinito”
- c) Is. 40:28 “Su entendimiento no hay quien lo alcance”
Dios eterno nos revela, el mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo
- a) Gen. 1:26: “hagamos” plural
- b) Mt. 28:19 “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo”
- c) Jn. 15:26 “Consolador, a quien yo enviaré del Padre…”
- d) 1ª Cor. 12:3-6 menciona la Trinidad
Todo esto no es una idea en la mente del hombre que trate de buscarle explicación en la
Biblia sino que se ha aprendido al escudriñar las Escrituras, para poder aceptarla como
doctrina.
3. HOMBRE
El hombre creado a imagen de Dios (Gn. 1:27) esto es evidente, que no se refiere al
físico sino a sus capacidades espirituales, mentales y morales. El hombre es pecador
por su propia decisión.
El hombre fue criado sujeto a la ley del Creador, con libre albedrío, pero por la
trasgresión voluntaria cayó de su estado perfecto. Gn. 3
El hombre: redimible por gracia de Dios:
a) El hombre no tiene que hacer nada para ser salvo, solamente creer. Ef. 2:8-9.
4. SACERDOCIO DE TODOS LOS CREYENTE
En ninguna parte del Nuevo Testamento, documento oficial para la Iglesia que instituyó
el Señor Jesucristo, se encuentra que ésta haya sido organizada con sacerdotes, sino
con pastores, presbíteros, obispos o ancianos. Todos estos términos se usan hasta
cierto punto indistintamente para referirse a los ministros encargados de la predicación
de la Palabra de Dios y el cuidado de la grey de Dios, y en ningún lado se sugiere ni
siquiera la idea de que unos sean superiores a otros, o ejercerían autoridad sobre otros.
El sacerdocio mismo fue abolido por Cristo cuando entró una vez para siempre, con su
propia sangre, al Lugar Santísimo, donde antes entraba una vez al año el sacerdote de
la religión judía (Hebreos 9:11-12).
En el Antiguo Testamento la jerarquía religiosa se presentaba de la siguiente manera:5
a) Aarón (o su sucesor, el sumo sacerdote, que tenía acceso una vez al año al Lugar
Santísimo en el día de la expiación)
b) Los sacerdotes y sus ayudantes los levitas, que ejercían el servicio del santuario.
c) El pueblo que podía presentar sus ofrendas en el lugar ante el altar de los
holocaustos.
El Nuevo Testamento, en cambio establece que los creyentes de esta era no necesitan
más de intermediario que los lleve a Dios. Pedro lo declara, hablando a los cristianos en
1ª Pedro 2:9. De manera que ahora cada creyente es un sacerdote para sí mismo. En
Hebreos 4:14-16 se da el camino abierto por Cristo.
En rango de superioridad con atribuciones exclusivas del sacerdote católico, es una de
las herencias más notables de las antiguos religiones paganas romanas y babilonias
traídas a las iglesias antiguas por los inconversos y es completamente extraño a la
enseñanza del Nuevo Testamento.
Los bautistas fundamentales sostienen que los creyentes constituyen un regio
sacerdocio y que Cristo es nuestro único y perfecto Sumo Sacerdote. Rom. 12:1, 2; Tito
2:14; hebreos 7:24-28.
No hay jerarquías dentro de la iglesia de Cristo.
5. LA SALVACIÓN
El tema de la Biblia es la Salvación es una de las doctrinas más impactantes de la Biblia.
- Es gratuita, por gracia por medio de la fe. Ef. 2:8; Rom. 3:20, 24-26
- No depende de las obras buenas. Ef. 2:9, 10; Tito 3:5; Gál. 2:16
- El único obstáculo para la salvación es la perversidad y el rechazamiento
voluntario de Cristo como el único salvador. Jn. 3:19; Jn. 5:40.
6. SOLAMENTE 2 ORDENANZAS BÍBLICAS: BAUTISMO DE CREYENTES POR
INMERSIÒN Y LA CENA DEL SEÑOR
No son sacramentos, simplemente porque no confieren ninguna gracia a los que de ellas
participan, ni son siete como lo estableció el Concilio de Trento. La manera por cierto, en
que el Concilio determinó el número de sacramentos es por demás singular:
“Porque siete son los días de la semana”
“Siete son los pecados mortales (¡!)”
“Siete fueron las plagas de Egipto”
“Siete son los planetas”6
Y lo más curioso que la iglesia elevó a sacramento el matrimonio, pero lo dejó prohibido
a los sacerdotes, dificultando aún más la entrada al cielo a estos pobres ciegos guías de
ciegos.
Una ordenanza es una ceremonia que Cristo ordenó. El Nuevo Testamento enseña que
Cristo solamente dejó el mandato de bautizar a los creyentes y que se conmemora la
Cena del Señor, así lo practicaron los apóstoles en el libro de los Hechos de los
Apóstoles y así lo han practicado los bautistas a través de los siglos.
No hay ni insinuaciones de que se hayan bautizado infantes, ni mucho menos por
aspersión en el libro de los Hechos de los Apóstoles y los casos de la práctica del
bautismo infantil y la aspersión ha sido más bien la marca de la Iglesia Católica y sus
descendientes. Es más, la misma iglesia referida practicó la inmersión y el bautismo de
adultos en sus inicios, como lo demuestran los documentos y las pilas bautismales aún
existentes en muchas iglesias de Europa.
- El Bautismo Mt. 28:19; Hechos 8:38, 39; Rom. 6:4.
- De acuerdo con los eruditos griegos la palabra “bautizar” significa “sumergir”
“zambullir”.
- La inmersión de un creyente en agua no es un “modo” de bautismo, es el
bautismo en sí.
- a) El bautismo debe ser hecho en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo, porque tal es el mandato. Mt. 28:19.
- b) El bautismo es símbolo de la sepultura y resurrección de Cristo y del creyente.
Cuando uno es sumergido en el agua, ilustra la muerte de Cristo y la muerte de
uno mismo a la vida del pasado. Rom. 6:4-5.
Representa algo de nuestra fe en que vamos a resucitar de la muerte como Cristo.
- La Cena del Señor
En cuanto a la Cena del Señor o comunión, como también se le llama, es claro en
el Nuevo Testamento que nunca se instituyó con el propósito de salvar a los
participantes. Cuando Cristo dijo: “esto es mi cuerpo… esta es mi sangre” al
sostener en su mano el pan y el vino, es obvio que no podía referirse literalmente
a su cuerpo y su sangre porque no podía estar vivo y sostener al mismo tiempo
en su mano su propio cuerpo y su propia sangre que ese mismo instante,
circulaba por sus venas; lo que quería decir es que aquello representa su cuerpo
y su sangre.
a) Es la segunda ordenanza y que consiste en dos elementos pan y vino que son
puramente simbólicos que representan respectivamente el cuerpo y la sangre
de Cristo. Mt. 26:26-30; Lc. 22:19-20.
b) Los participantes son creyentes bautizados que tienen la misma doctrina.
Hechos 2:41-42.
c) La cena conmemora el sufrimiento y la muerte de Cristo hasta que El vuelva.
1ª Cor. 11:23-26.7
7. EL SEÑORIO DE CRISTO
Por su resurrección, Jesucristo fue exaltado hasta lo sumo. El es el Señor de los señores
y el Rey de reyes. Por tanto, El tiene el derecho a guiar y gobernar nuestras vidas.
Los bautistas aceptamos el señorío de Cristo, lo que El dice debemos hacerlo.
Debemos no solo predicar a Cristo Jesús como Señor, sino también guardar sus
mandamientos y aquellas cosas que son agradables a el.
2ª Cor. 4:5; Hechos 22:10; Mt. 28:19-20; Rom. 14:9.
8. SEPARACIÓN IGLESIA-ESTADO
En el Nuevo Testamento reconoce que Dios ha establecido tres instituciones para esta
era apostólica a saber: La iglesia, el Estado y la familia. Cada una de ellas con una
función bien definida, la cual no puede ni debe interferir en las demás.
- La Iglesia: Para llevar a cabo la Gran Comisión, traer gloria a Cristo y sostener y
defender la verdad. (Mt. 28:19-20; Ef. 3:20-21; 2ª Tim. 3:15).
- El Estado: Para traer orden y paz en la comunidad. (Rom. 13:1-7)
- El Hogar: Para educar y criar a los hijos en el temor de Dios. (Dt. 6:6-9)
Ninguna de estas instituciones debe usurpar los deberes de las otras dos.
- El gobierno civil está puesto por Dios para el bienestar y el orden de la sociedad
humana y debemos orar por las autoridades y gobernantes. (1ª Tim. 2:1-2)
sujetarnos y obedecerles (Tito 3:1; 1ª Pedro 2:13-17).
- Cristo estableció la separación entre el Estado y la Iglesia cuando les dijo a sus
enemigos que dieran al César lo que es de César y a Dios las cosas que son de
Dios. Mt. 22:21.
- Cristo enseñó a Pedro a pagar tributo (impuesto) y los apóstoles se sometieron a
las autoridades del Gobierno cuando sus leyes no entraban en conflicto con las
de Dios.
- El Estado no debe pretender imponerse sobre la iglesia o formar alianza impía
con ninguna organización eclesiástica. Ef. 1:22.
- No encontramos en ninguna parte del Nuevo Testamento que el Gobierno tiene la
responsabilidad de imponer sobre las personas tal o cual religión, aunque sea la
cristiana, como ha ocurrido desde que Constantino hizo oficial la religión cristiana
en el año 313 d.C y se autoproclamó además Jefe de Estado, Jefe de la Iglesia.
Los bautistas y ahora muchos protestantes, siempre han rechazado esta práctica. No
solamente es bíblico sino que también es saludable.8
9. LIBERTAD RELIGIOSA PARA TODOS
Los bautistas reconocen la libertad inherente a cada individuo concedida por Dios para
creer, no solamente cualquier otro tipo de sistema doctrinal religioso, sino aun filosófico
o ideológico, aunque no necesariamente tenga que ver con la religión.
Ello explica por qué los defensores del error religioso, como lo hacen las sectas, son
intolerantes y han perseguido hasta el homicidio a quienes no comulgan con su
particular sistema de creencias y asimismo los que sostienen la verdad, la cual es Cristo,
siguen la enseñanza de su maestro en cuanto a no persecución de aquellos que se
oponen y se rehusan a creer en esa verdad.
Cristo prohibió a Pedro utilizar la espada para defenderlo cuando lo vinieron a apresar.
También a los que no recibieron a Cristo y sus discípulos en Samaria, los discípulos
querían pedir fuego del cielo para consumirlos y Cristo les contestó en Lucas 9:55,56.
No fue la violencia, el método para imponer la verdad del evangelio ni en los tiempos de
Crist6o mismo, ni a través de todos los siglos de existencia del cristianismo. En cambio,
la historia imborrable demuestra como muchos y no católicos también en nombre de
Dios, persiguieron hasta el martirio y la muerte a aquellos que se oponían a su “verdad”.
No es desconocida la “Santa Inquisición” cuyas atrocidades eran hacia los “herejes”,
solo por el pecado de creer en otra religión diferente a la católica.
Los bautistas siempre han sostenido la libertad de conciencia y han estado en contra de
la violencia como medio de imponer sus creencias y eso es un hecho histórico.
La libertad religiosa es un término que afirma el derecho de cada persona de adorar a
Dios según los dictámenes de su conciencia. Quiere decir que todas las formas de la fe
cristiana así como las demás religiones tienen el derecho de existir libremente.
Hay cierto riesgo en dejar a cada uno en libertad, pero a la vez mayor posibilidad del
ejercicio de lo auténtico cuando una persona abraza una fe. Libremente creemos en la
libertad del alma.
Cada ser normal es responsable ante Dios, de sus propias elecciones morales y
espirituales, nadie tiene derecho de forzar a nadie en el reino espiritual, ya sea que
pertenezca a la mayoría o minoría.
- Rom. 14:12: Cada uno dará cuentas a Dios
- Josué 24:15: Liberta de escoger
- Hechos 4:19, 20: Abogan por la libertad religiosa
- Ez. 18:20: Responsabilidad personal de la muerte espiritual
- Jn. 1:12: Promesa divina al elegir a Dios9
10.MINISTERIOS
La mayoría de las personas tienen la idea de que la obra misionera y de evangelización
es únicamente para los pastores, evangelistas y misioneros y no para los creyentes,
pero al escudriñar las Escrituras vemos que Dios ha llamado a todos los creyentes para
que sean sus mensajeros. 1ª Pedro 2:9.
La evangelización y misiones es, primordialmente, un llamado al arrepentimiento. Es
revelar al hombre lo que el hombre es. Es poner de manifiesto las verdades de la
salvación contenidas en la Biblia. Es recordar al pecador su responsabilidad en la
crucifixión y cómo su pecado hirió al Hijo de Dios. Is. 53:5-6.
Todos los creyentes tenemos el deber de testificar y compartir nuestra fe con el prójimo.
Debemos imitar el ejemplo de la iglesia primitiva “iban por todas partes anunciando el
evangelio”. Hechos 8:4.
Es importante considerar lo dicho por el Señor en Jn. 20:21: “Como me envió el Padre,
así también yo os envío.”
11.EL REINO
El tema de las enseñanzas de Jesús podría resumirse en el concepto del reino de Dios.
Cuando una persona recibe a Cristo, entra en el reino y desde ese momento siente un
compañerismo con los demás cristianos y se interesa por compartir con otros el
mensaje.
Pero además está consciente que su morada no está en este mundo, hay una promesa
de una existencia en la eternidad con Dios.
Dios nos ha encomendado la tarea de extender el reino por medio del evangelismo, las
misiones y el trabajo social. Cristo alabó al siervo que dio pan al hambriento, ropa al
desnudo y que visitó a los presos. Mt. 25:34-36.
El cristiano debe trabajar para la expansión del reino de Dios (Mt. 13:23), pero también
el ser ciudadano del reino de Dios implica vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.
12.LAS ULTIMAS COSAS
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO. Este hecho fue anunciado repetidamente por el
mismo Jesús. Mt. 16:27.
a) Cristo vendría otra vez. Jn. 14:2-3; Hechos 1:11; Mt. 24:30; Mr. 14:62, 1ª Tes.
4:16; Apoc. 1:7.
b) Como ladrón en la noche. Mt. 24:36, 39, 42, 44; Mt. 25:13.
c) Vendrá como Juez. 2ª Tes. 1:6-10; Judas 1:14-15; Apoc. 22:12.10
LA RESURRECCION DE LOS MUERTOS
a) Jesús habló de una resurrección general, pero con destinos específicos “vida” o
“condenación”. Jn. 5:28-29.
b) Cristo es la base para la resurrección (1ª Cor. 15:25). Esto se complementa con la
transformación de aquellos que estén vivos en la Segunda Venida de Cristo. 1ª
Tes. 4:13-17.
EL JUICIO FINAL: tiene como objetivo:
a) Premiar al hombre según sus obras (Mt. 16:27; 1ª Cor. 3:14; Apoc. 20:12-13;
Apoc. 22:12).
b) Hacer manifiesto su carácter verdadero y hacer separación entre los redimidos y
los perdidos (Mr. 25:32-34; Judas 1:15; Mt. 13:41-43)
c) Todos estarán presentes en el juicio (Mt. 25:31-32; 2ª Cor. 5:10; Rom. 14:10;
Rom. 2:16; Apoc. 20:12)
d) De este juicio cada cual irá a su respectivo lugar (Mt. 25:34, 42, 46; Apoc. 14:9-
11; Apoc. 20:13.14; 2ª Tes. 1:6-10)
EL DESTINO ETERNO
Hay dos lugares en que los hombres habrán de morar después de esta vida.
a) Los redimidos vivirán en el cielo (Jn. 14:1-6; Mt. 25:34; Apoc. 7:9-15/21:1-7)
b) Los perdidos existirán en el infierno con el diablo y sus ángeles (Mt. 25:4146; Lc.
16:22-24; Mt. 13:41-42; Apoc. 14:10-11; Apoc. 20:10)
13.UNA IGLESIA VERDADERA
Nadie nace cristiano. Los cristianos bautistas no han aceptado automáticamente en la
membresía de sus iglesias, ni a los hijos de sus miembros. Se ha hecho siempre el
esfuerzo de asegurarse que los que van a engrosar la lista de membresía sean personas
que hayan creído en Cristo para su salvación y den alguna evidencia de ello.
Cristo sacudió el sistema teológico de Nicodemo con la revolucionaria declaración de
Juan 3:3, en el libro de los Hechos se nos muestra cómo fue la práctica apostólica de
aceptar dentro de la membresía (Hechos 2:41) así que los que recibieron su palabra
fueron bautizados y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y la señal de que
habían sido regenerados se mostraba en el siguiente versículo (Hechos 2:42).
La entrada a la membresía es por la regeneración, no por herencia, ni por bautismo. Un
niño es bautizado y podrá de acuerdo con la iglesia católica ser considerado “cristiano”.
Un cristiano es una persona que voluntariamente ha escogido creer en Cristo como su
Salvador y un bebé es incapaz de hacer esa elección a temprana edad.11
Pablo en sus epístolas, se dirigía a los receptores de las mismas como santos,
creyentes, personas que habían sido ya regeneradas, pero nunca como personas que
necesitaban ser salvos. Eso significa que las iglesias a las que escribió Pablo estaban
formadas solamente por personas que ya habían experimentado el nuevo nacimiento y
habían dado muestra de ellos.
La primera gran incursión cristiana de la historia se llevó a cabo cuando Constantino en
el siglo III-IV declaró oficialmente que el cristianismo sería la iglesia oficial del imperio
romano. No solamente estaba uniendo a la Iglesia y el Estado sino que automáticamente
las iglesias se vieron repletas de soldados inconversos que infiltraron sus antiguas
prácticas paganas de su anterior religión. Esto dio origen a lo que ahora conocemos con
el nombre de Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Claro que en esos tiempos dicha
iglesia no había llegado a ser el complejo sistema religioso que es en la actualidad.
La iglesia verdadera de Cristo es:
1) Una asamblea de creyentes en Cristo bautizados después de una profesión de fe
(Hechos 1:15; 1ª Cor. 11:16; Apoc. 1:4/22:16)
2) Unidos en las doctrinas del evangelio, comprometidos en mantener las
ordenanzas conforme a las Escrituras (Hechos 2:42; Ef. 4:5; tito 1:13-14; 2ª Juan
1:10-11; Mt. 28:19-20)
3) Reconociendo a Cristo como la única cabeza, tomando la Biblia como su única
regla de fe y práctica (Mt 28:20; Col. 1:18-19; Ef. 1:21-22)
4) Sus oficiales son: Pastor y Diáconos ( Fil. 1:11)
A nivel mundial los bautistas han demostrado ser una congregación fuerte espiritual y
religiosamente hablando, de gran influencia y de aporte benéfico a toda causa justa,
especialmente en la empresa divino-humana de la extensión del reino de los cielos en la
tierra.
Dos posiciones religiosas sobresalen entre los bautistas:
1) Ellos reclaman apegarse a la Biblia, principalmente al Nuevo Testamento.
2) Se consideran los abanderados de la libertad religiosa, proclaman el ideal de “una
iglesia libre en un estado libre”.
14.GOBIERNO AUTÓNOMO DE LA IGLESIA
Los bautistas siempre se han opuesto a la jerarquía de una iglesia sobre otra. Cada
iglesia local tiene su libertad y responsabilidad ante Cristo solamente, por su doctrina y
prácticas, sin otra autoridad terrenal que las gobierne.
Las iglesias bautistas tienen la libertad de decidir por sí mismas y de solicitar consejo y
ayuda de otras similares, sin que ello signifique que éstas últimas tengan ninguna
autoridad sobre aquellas.12
De manera que los obispados, arquidiócesis, presbiterio, consistorios y cualquier otra
jerarquía eclesiástica, por ser completamente ajenas a la enseñanza del Nuevo
Testamento para el gobierno de la iglesia, han sido rechazadas por los bautistas a través
de la historia.
La autoridad de la Iglesia descansa en la iglesia local. Cristo enseñó en Mateo 18 que
cuando un miembro se rehúsa a corregir su camino errado, el asunto debe ser llevado a
la iglesia y al usar la palabra “iglesia”, Cristo no se refería a las autoridades eclesiásticas
como lo usa en la actualidad la iglesia católica.
Fueron los miembros de la iglesia los que formaron el comité para nombrar al apóstol
que sustituiría a Judas el traidor en Hechos 1; fueron los miembros de la iglesia los que
buscaron, a sugerencia de los apóstoles, a los siete diáconos que sirvieran en sus
funciones, para que los apóstoles no fueran distraídos de las de ellos en Hechos 6;
fueron los miembros de la iglesia quienes comisionaron a los apóstoles a tener el primer
concilio de la iglesia en Jerusalén en Hechos 15, la cual, por cierto, no fue presidida por
el “Primer Papa” sino por Santiago, apóstol y medio hermano del Señor; fueron
miembros de la iglesia los que señalaban y enviaban a los misioneros, etc.
En todo el libro de los Hechos y para tal efecto, en todo el Nuevo Testamento, nunca se
encuentra ni indicio de que hubiera una jerarquía ni en los líderes espirituales de la
iglesia, ni entre las iglesias.
15.SEPARACIÓN ÉTICA Y ECLESIASTICA
Los creyentes neo-testamentarios se han caracterizado también por enseñar y sostener
que el cristiano debe vivir una vida separada del mundo para Dios, absteniéndose de
todo lo malo y renunciando a los placeres temporales mundanos, así como a los
hermanos que anden desordenadamente (2ª Cor. 6:14-15; Tito 2:11-12; 1ª Juan 2:15).
No puede haber alianzas ecuménicas entre iglesias neotestamentarias que enseñan y
practican la verdad y aquellas que no lo hacen.
Los bautistas por definición, no creen en la formación de denominaciones o asociaciones
que determinen el curso de las creencias de las iglesias locales.

En cuanto a la separación ética, los bautistas no creemos que por vivir vidas separadas
del mundo como: no fumar, no ir a bailes, alejarse de la fornicación, cuidar la música que
escucha y sus amistades, y lugares que frecuentan, vamos a ir al cielo, pero sí creemos
que una señal del discipulado de Cristo es la abstención de las cosas mundanas.


DOCTRINAS DE LAS DENOMINACIONES 1ERA PARTE "Asambleas de Dios y Doctrinas basicas" Pentecostales clasicos.




Declaración de Verdades Fundamentales
[Desde el principio, los líderes de las Asambleas de Dios vieron la necesidad de determinar algunas normas fundamentales. Las dieciséis normas doctrinales que tenemos hoy son esencialmente las mismas Verdades Fundamentales que se establecieron en 1916.]


La Biblia es nuestra regla suficiente de fe y conducta. Esta Declaración de verdades fundamentales tiene por objeto simplemente ser una base para la confraternidad entre nosotros (v.g., que todos hablemos una misma cosa, 1 Corintios 1:10; Hechos 2:42). La fraseología que se usa en esta declaración no es inspirada ni disputada, pero la verdad que se presenta se considera esencial para un ministerio del evangelio completo. No se afirma que esta declaración contenga toda la verdad bíblica, sólo que abarca nuestra necesidad tocante a estas doctrinas fundamentales.
1. La inspiración de las Escrituras
Las Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, son verbalmente inspiradas por Dios y son la revelación de Dios para el hombre, la regla infalible y autoritaria de fe y conducta (2 Timoteo 3:15-17; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Pedro 1:21).
2. El único Dios verdadero
El único Dios verdadero se ha revelado como el eterno existente en sí mismo "YO SOY", el Creador del cielo y de la tierra y Redentor de la humanidad. Se ha revelado también encarnando los principios de relación y asociación como el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo (Deuteronomio 6:4; Isaías 43:10,11; Mateo 28:19; Lucas 3:22).
LA DEIDAD ADORABLE
(a) Definición de vocablos
Los vocablos trinidad y personas, según se relacionan con la Deidad, aunque no se encuentran en la Biblia, son vocablos que están en armonía con ella, por lo tanto podemos comunicar a los demás nuestro entendimiento inmediato de la doctrina de Cristo respecto al Ser de Dios, según se distingue de "muchos dioses y muchos señores". Por tanto podemos hablar debidamente del Señor nuestro Dios, que es un solo Señor, como una Trinidad o como un Ser de tres personas, sin apartarnos por ello de las enseñanzas bíblicas (como ejemplo, Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Juan 14:16,17).
(b) Distinción y relación en la Deidad
Cristo enseñó una distinción de personas en la Deidad que expresó en términos específicos de relación, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero que esta distinción y relación, en lo que a su forma se refiere es inescrutable e incomprensible, pues la Biblia no lo explica (Lucas 1:35; 1 Corintios 1:24; Mateo 11:25-27; 28:19; 2 Corintios 13:14; 1 Juan 1:3, 4).
(c) Unidad del Único Ser del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Por lo tanto, de la misma manera, hay eso en el Padre que lo constituye Padre y no Hijo; hay eso en el Hijo que lo constituye Hijo y no Padre; y hay eso en el Espíritu Santo que lo constituye Espíritu Santo y no Padre ni Hijo. Por lo que el Padre es el Engendrador; el Hijo es el Engendrado; y el Espíritu Santo es el que procede del Padre y del Hijo. Así que, por cuanto estas tres personas de la Deidad están en un estado de unidad, existe un solo Señor Dios Todopoderoso y tiene un solo nombre (Juan 1:18; 15:26; 17:11, 21; Zacarías 14:9).
(d) Identidad y cooperación en la Deidad
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son idénticos en lo que respecta a persona; ni se les confunde en cuanto a relación; ni están divididos en cuanto a la Deidad; ni opuestos en cuanto a cooperación. El Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo en cuanto a relación. El Hijo está con el Padre y el Padre está con el Hijo, en cuanto a confraternidad. El Padre noprocede del Hijo, sino el Hijo procede del Padre, en lo que respecta a autoridad. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, en cuanto a naturaleza, relación, cooperación y autoridad. Por tanto, ninguna de las personas de la Deidad existe ni opera separada o independientemente de las otras (Juan 5:17-30,32,37; 8:17,18).
(e) El título Señor Jesucristo
El título Señor Jesucristo es un nombre propio. En el Nuevo Testamento nunca se le aplica al Padre ni al Espíritu Santo. Por tanto pertenece exclusivamente al Hijo de Dios (Romanos 1:1-3,7; 2 Juan 3).
(f) El Señor Jesucristo, Dios con nosotros
El Señor Jesucristo, en lo que respecta a su naturaleza divina y eterna, es el verdadero y unigénito Hijo del Padre, pero en lo que respecta a su naturaleza humana, es el verdadero Hijo del Hombre. Por lo tanto, se le reconoce como Dios y hombre; quien por ser Dios y hombre, es "Emanuel", Dios con nosotros (Mateo 1:23; 1 Juan 4:2,10,14; Apocalipsis 1:13,17).
(g) El título Hijo de Dios
Siendo que el nombre Emanuel abarca lo divino y lo humano, en una sola persona, nuestro Señor Jesucristo, el título Hijo de Dios describe su debida deidad, y el título Hijo del Hombre su debida humanidad. De manera que el título Hijo de Dios pertenece al orden de la eternidad, y el título Hijo del Hombre al orden del tiempo (Mateo 1:21-23; 2 Juan 3; 1 Juan 3:8; Hebreos 7:3; 1:1-13)
(h) Transgresión de la doctrina de Cristo
Por tanto, es una transgresión de la doctrina de Cristo decir que el Señor Jesús derivó el título de Hijo de Dios sólo del hecho de la encarnación, o por su relación con la economía de la redención . De modo que negar que el Padre es un Padre verdarero y eterno y que el Hijo es un Hijo verdadero y eterno es negar la distinción y relación en el Ser de Dios; una negación del Padre y del Hijo; y una substitución de la verdad de que Jesucristo fue hecho carne (2 Juan 9; Juan 1:1,2,14,18,29,49; 1 Juan 2:22,23; 4:1-5; Hebreos 12:2).
(i) Exaltación de Jesucristo como Señor
El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, después de limpiarnos del pecado con su sangre, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, sujetándose a El ángeles, principados, y potestades. Después de ser hecho Señor y Cristo, envió al Espíritu Santo para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla y confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios el Padre hasta el fin, cuando el Hijo se sujete al Padre para que Dios sea todos en todo (Hebreos 1:3; 1 Pedro 3:22; Hechos 2:32-36; Romanos 14:11; 1 Corintios 15:24-28).
(j) Igual honor para el Padre y el Hijo
Siendo que el Padre ha dado al Hijo todo juicio, no es solo un deber de todos en el cielo y en la tierra postrarse ante El, sino que es un gozo inefable en el Espíritu Santo adscribir al Hijo todos los atributos de la deidad y rendirle todo el honor y la gloria contenidos en todos los nombres y títulos de la Deidad excepto los que denotan relación (ver los párrafos b, c y d), honrando así al Hijo como se honra al Padre (Juan 5:22,23; 1 Pedro 1:8; Apocalipsis 5:6-14; Filipenses 2:8,9; Apocalipsis 7:9,10; 4:8-11).
3. La Deidad del Señor Jesucristo
El Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. La Biblia declara:
(a) Su nacimiento virginal (Mateo 1:23; Lucas 1:31,35).
(b) Su vida sin pecado (Hebreos 7:26; 1 Pedro 2:22).
(c) Sus milagros (Hechos 2:22; 10:38).
(d) Su obra vicaria en la cruz (1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:21).
(e) Su resurrección corporal de entre los muertos (Mateo 28:6; Lucas 24:39; 1 Corintios 15:4).
(f) Su exaltación a la diestra de Dios (Hechos 1:9, 11; 2:33; Filipenses 2:9-11; Hebreos 1:3).
4. La caída del hombre
El hombre fue creado bueno y justo; porque Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza". Sin embargo, el ser humano por su propia voluntad cayó en transgresión, incurriendo así no sólo la muerte física sino también la espiritual, que es la separación de Dios (Génesis 1:26, 27; 2:17; 3:6; Romanos 5:12-19).
5. La salvación del hombre
La única esperanza de redención para el hombre es a través de la sangre derramada de Jesucristo, el Hijo de Dios.
(a) Condiciones para la salvación. La salvación se recibe a través del arrepentimiento para con Dios y la fe en el Señor Jesucristo. El hombre se convierte en hijo y heredero de Dios según la esperanza de vida eterna por el lavamiento de la regeneración, la renovación del Espíritu Santo y la justificación por la gracia a través de la fe (Lucas 24:47; Juan 3:3; Romanos 10:13–15; Efesios 2:8; Tito 2:11; 3:5–7).
(b) Evidencias de la salvación. La evidencia interna de la salvación es el testimonio directo del Espíritu (Romanos 8:16). La evidencia externa ante todos los hombres es una vida de justicia y verdadera santidad (Efesios 4:24; Tito 2:12).
6. Las ordenanzas de la iglesia

(a) El bautismo en agua. Las Escrituras establecen la ordenanza del bautismo en agua por inmersión. Todos los que se arrepienten y creen en Cristo como Salvador y Señor deben ser bautizados. De esta manera declaran ante el mundo que han muerto con Cristo y que han sido resucitados con El para andar en nueva vida (Mateo 28:19; Marcos 16:16; Hechos 10:47, 48; Romanos 6:4).
(b) La santa comunión. La Cena del Señor, que consiste en la participación de las especies eucarísticas–el pan y el fruto de la vid–es el símbolo que expresa nuestra participación de la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo (2 Pedro 1:4); un recordatorio de sus sufrimientos y su muerte (1 Corintios 11:26); y una profecía de su segunda venida (1 Corintios 11:26); y un mandato para todos los creyentes "¡hasta que él venga!"
7. El bautismo en el Espíritu Santo
Todos los creyentes tienen el derecho de recibir y deben buscar fervientemente la promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego, según el mandato del Señor Jesucristo. Esta era la experiencia normal y común de toda la primera iglesia cristiana. Con el bautismo viene una investidura de poder para la vida y el servicio y la concesión de los dones espirituales y su uso en el ministerio (Lucas 24:49; Hechos 1:4, 8; 1 Corintios 12:1–31). Esta experiencia es distinta a la del nuevo nacimiento y subsecuente a ella (Hechos 8:12–17; 10:44–46; 11:14–16; 15:7–9). Con el bautismo en el Espíritu Santo el creyente recibe experiencias como la de ser lleno del Espíritu (Juan 7:37–39; Hechos 4:8), una reverencia más profunda para Dios (Hechos 2:43; Hebreos 12:28), una consagración más intensa a Dios y dedicación a su obra (Hechos 2:42) y un amor más activo para Cristo, para su Palabra y para los perdidos (Marcos 16:20).
8. La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo
El bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo se evidencia con la señal física inicial de hablar en otras lenguas como el Espíritu los dirija (Hechos 2:4). El hablar en lenguas en este caso es esencialmente lo mismo que el don de lenguas (1 Corintios 12:4–10, 28), pero es diferente en propósito y uso.
9. La santificación
La santificación es un acto de separación de todo lo malo, y de dedicación a Dios (Romanos 12:1, 2; 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 13:12). La Biblia prescribe una vida de "santidad sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14). Por el poder del Espíritu Santo podemos obedecer el mandato que dice: "Sed santos porque yo soy santo" (1 Pedro 1:15, 16).
La santificación se efectúa en el creyente cuando este reconoce su identidad con Cristo en su muerte y su resurrección, y por fe se propone vivir cada día en esta unión con Cristo, y somete todas sus facultades al dominio del Espíritu Santo (Romanos 6:1–11, 13; 8:1, 2, 13; Gálatas 2:20; Filipenses 2:12, 13; 1 Pedro 1:5).
10. La Iglesia y su misión
La Iglesia es el cuerpo de Cristo, la morada de Dios por el Espíritu Santo, con el encargo divino de llevar a cabo su gran comisión. Todo creyente, nacido del Espíritu Santo, es parte integral de la asamblea general e iglesia de los primogénitos, que están inscritos en los cielos (Efesios 1:22, 23; 2:22; Hebreos 12:23).
Siendo que el propósito de Dios en relación con el hombre es buscar y salvar lo que se había perdido, ser adorado por el ser humano y edificar un cuerpo de creyentes a la imagen de su Hijo, la principal razón de ser de las Asambleas de Dios como parte de la Iglesia es:
(a) Ser una agencia de Dios para la evangelización del mundo (Hechos 1:8; Mateo 28:19, 20; Marcos 16:15, 16).
(b) Ser un cuerpo corporativo en el que el hombre pueda adorar a Dios (1 Corintios 12:13).
(c) Ser un canal para el propósito de Dios de edificar a un cuerpo de santos siendo perfeccionados a la imagen de su Hijo (Efesios 4:11–16; 1 Corintios 12:28; 14:12).
Las Asambleas de Dios existe expresamente para dar continuo énfasis a esta razón de ser según el modelo apostólico del Nuevo Testamento enseñando a los creyentes y alentándolos a que sean bautizados en el Espíritu Santo. Esta experiencia:
a. Los capacita para evangelizar en el poder del Espíritu con señales y milagros (Marcos 16:15–20; Hechos 4:29–31; Hebreos 2:3, 4).
b. Agrega una dimensión necesaria a la adoración y a la relación con Dios (1 Corintios 2:10–16; 1 Corintios 12–14)
c. Los capacita para responder a la plena manifestación del Espíritu Santo en la expresión de frutos, dones y ministerios como en los tiempos del Nuevo Testamento para la edificación del cuerpo de Cristo (Gálatas 5:22–26; 1 Corintios 14:12; Efesios 4:11, 12; 1 Corintios 12:28; Colosenses 1:29).
11. El ministerio
Nuestro Señor ha provisto un ministerio divinamente llamado y ordenado con el triple propósito de dirigir a la iglesia en: (1) la evangelización del mundo (Marcos 16:15–20), (2) la adoración a Dios (Juan 4:23, 24) y (3) la edificación de un cuerpo de santos, para perfeccionarlos a la imagen de su Hijo (Efesios 4:11, 16).

12. Sanidad divina
La sanidad divina es una parte integral del evangelio. La liberación de la enfermedad ha sido provista en la expiación y es el privilegio de todos los creyentes (Isaías 53:4, 5; Mateo 8:16, 17; Santiago 5:14–16).

13. La esperanza bienaventurada(dispensaciones)
La resurrección de los que han muerto en Cristo y su arrebatamiento junto con los que estén vivos cuando sea la venida del Señor es la esperanza inminente y bienaventurada de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:16, 17; Romanos 8:23; Tito 2:13; 1 Corintios 15:51, 52).
14. El reino milenario de Cristo
La segunda venida de Cristo incluye el rapto de los santos, que es nuestra esperanza bienaventurada, seguido por el regreso visible de Cristo con sus santos para reinar sobre la tierra por mil años (Zacarías 14:5; Mateo 24:27–30; Apocalipsis 1:7; 19:11–14; 20:1–6). Este reino milenario traerá la salvación de Israel como nación (Ezequiel 37:21, 22; Sofonías 3:19,20; Romanos 11:26,27) y el establecimiento de una paz universal (Isaías 11:6–9; Salmo 72:3–8; Miqueas 4:3, 4).
15. El juicio final
Habrá un juicio final en el que los pecadores muertos serán resucitados y juzgados según sus obras. Todo aquel cuyo nombre no se halle en el Libro de la Vida, será confinado a sufrir castigo eterno en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda, junto con el diablo y sus ángeles, la bestia y el falso profeta (Mateo 25:46; Marcos 9:43–48; Apocalipsis 19:20; 20:11–15; 21:8).
16. Los cielos nuevos y la tierra nueva
"Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia" (2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:22).